Saludando a Octubre, updated

Por cortesía de su autor, la cuarta parte del trabajo de Manchiviri sobre la Operación Saludando a Octubre. Pueden seguir aquí los comentarios originales.

Saludando a Octubre

Capítulo 4

¿Por que el Flanco Sur Occidental del Frente Sur?

Los surafricanos niegan rotundamente que las operaciónes “Modular-Hooper-Packer” consistieran en tomar la capital de la provincia del Cuando Cubango, Menongue (Serpa Pinto), y establecer un gobierno provisional de la UNITA que sirviera de pretexto para el incremento de la ayuda de los EE.UU. Seis meses les tomó la construcción de caminos y la transportación de equipos pesados para más de 9000 efectivos de la SADF

La toma de Cuito Cuanavale significaba el control de un paso hacia la ciudad de Menongue. Controlar el paso de unos ríos tan caudalosos era la puerta para el cruce de los medios de combate surafricanos, con la consiguiente apertura de dos direcciones de combate.

El rio Cunene nace en las proximidades de Huambo (Nueva Lisboa). Algunos kilómetros mas al sur es represado por primera vez en un embalse gigantesco que lleva por nombre Gobi. Este embalse es la primera reguladora del río. Regula el agua que debe llegar a la hidroeléctrica de Matala. Cuando Matala necesita mayor afluencia de agua, Gobi se la proporciona.

Mas al sur se encuentra la reguladora de Xangongo (Rosadas) y un poco mas al sur, la reguladora de Calueque, que realiza el mismo trabajo con la hidroeléctrica de Ruacana.
De apoderarse las tropas cubanas de Ruacana, dominarían un porciento bastante grande de la energía eléctrica con que se abastece el territorio de Namibia.

Bombardeada la represa de Calueque, los surafricanos firmaron de inmediato los aspectos que recogían unas conversaciones demasiado prolongadas en el tiempo. En fin, se comprometieron a cumplir la resolución 435 de Las Naciones Unidas.

He aquí la clave del porqué (segun Fidel Castro) era preciso escoger el terreno y no pelear en el terreno escogido por el adversario (aunque el adversario en éste caso hubiera sido soviético, que en definitiva eran los que habían elegido el terreno). África de Sur apoyaba a la UNITA (Cuito Cuanavale), los cubanos atacaban directamente a los surafricanos (Ruacaná) y posiblemente donde más les dolía.

Esto se cuenta fácilmente, pero la tensión fue máxima cuando escuchamos por radio que África del Sur ordenaba la movilización de la tercera reserva, osea a los mayores de 60 anos. Se jugó fuerte. De eso no cabe la menor duda. Los cubanos tenían todas las de perder, pues los amigos soviéticos, ya no eran tan amigos y hasta coqueteaban con los “chicos verdes” norteamericanos.

La orden del Alto Mando de las Fuerzas Armadas Cubanas en relación con el envío de una columna compuesta por blindados, artillería y unidades de infantería motorizada para asegurar la plaza de Cuito Cuanavale fue emitida en enero de 1988, pero al General Cartaya no le fue posible cumplimentarla hasta finales del mes de febrero (el Coheficiente de Disposición Técnica (CDT) era un desastre); mes en que la Brigada de Tanques de Huambo comenzó a moverse en esa dirección.

La concepción militar de frenarlos en Cuito Cuanavale y golpearlos por el Flanco Sur Occidental del Frente Sur se cumplía. La pequeña capital provincial mesopotámica, Menongue (Serpa Pinto), daba la impresión de guardar entre sus gentes y edificios, mucha tristeza. Solo el despegue y aterrizaje, constante, de aviones y helicópteros, conferían a la ciudad su signo vital.

Uno de esos días de marzo de 1988, me plantearon una misión de BSR que consistía en aterrizar en el Km 13 de la carretera de Menongue a Cuito Cuanavale. Durante la preparación de la misión de combate, el Capitán Marcilla, piloto jefe de la pareja de helicópteros al cuál íbamos a relevar, le señaló al Coronel Juan Oscar Hernández Méndez, que hasta esa posición llegaban los proyectiles de la artillería surafricana. Recibiendo por toda respuesta que “eso no era exactamente así”.

Al día siguiente aterrizábamos en el mencionado tramo de carretera, prestos a recibir la orden de salir al rescate, en caso de que cualquiera de nuestros aviones de combate sufriera un percance.
La misión combativa consistía en permanecer una hora en aquel lugar, tiempo más que suficiente para que la aviación de combate cumpliera su parte. En el momento de poner en marcha los motores, con el fin de regresar a Menongue, escuchamos por radio la voz del Coronel Vilardel, ordenándonos permanecer más tiempo en aquella posición.

Al parecer los jefes militares cubanos estaban muy seguros de que hasta allí no llegaba la artillería surafricana, pero los subordinados no estaban tan seguros y así lo habían planteado. Hasta los propios compañeros que se encontraban en la primera línea consideraban que era imposible que hasta allí llegaran los G-5 y G-6. Sin embargo, Marcilla estaba claro. No habían pasado quince minutos de aquella improvisación cuando nuestra pareja de helicópteros fue triangulada por la artillería surafricana.

Uno de los disparos impactó a 100 metros de la carretera donde nos encontráramos Se habían quedado largos. Dos minutos más tarde el segundo disparo impactó a 50 metros de la carretera. Esta vez se habían quedado cortos.

En cuestión de segundos, todos habíamos salido corriendo en diferentes direcciones. Por mi parte, había corrido hacia el helicóptero y al notar la ausencia de mi tripulación, comencé a realizar el procedimiento de puesta en marcha de los motores en combate. Unos segundos después entraban el técnico de vuelo y el copiloto, los que me ayudaron en la fase final de la puesta en marcha. Luego me enteré que los tripulantes habían corrido a refugiarse en las trincheras adyacentes a la carretera y al ver que el rotor central del helicóptero comenzaba a moverse, se apresuraron a llegar a sus puestos de combate.

Durante el despegue, desde aquella posición bombardeada, el piloto número, Enrique González (al mando de un MI-24) planteó ir al encuentro de la batería artillera, que nos había atacado, pero si una cosa aprendimos durante el cumplimiento de las misiones internacionalistas fue la de no actuar por instinto, a no ser en circunstancias muy particulares, sino preparar nuestras acciones de forma tal de no cometer equivocaciones que pudieran ser fatales. La artillería surafricana se encontraba al menos a 15 minutos de vuelo y en ese tiempo podían ocurrir muchas cosas.

De regreso, perdimos la comunicación con el PM. Los cazas habían aterrizado y el Puesto de Mando, como de costumbre, había decidido desconectar todas las radio-ayudas sin importarle, supuestamente, que los helicópteros aun permanecieran en el aire. Era muy común este menosprecio.

Unos cinco Km antes de llegar al aeródromo se restablecieron las comunicaciones. Los cazas estaban despegando para la misión de ultima hora, que debido a la ineficiencia del mando superior, tuvieron que realizar sin helicópteros de rescate.

Una respuesta a “Saludando a Octubre, updated

  1. Saludando a Octubre

    Capítulo 5

    Amigos y enemigos

    Durante los días más difíciles del mes de marzo del 88, los tripulantes soviéticos, de AN-12 e IL-76, que se encontraban contratados por el Estado Angolano, para el aprovisionamiento de las tropas, se negaron a volar hacia los aeródromos amenazados por la UNITA y los sur-africanos.
    El resquebrajamiento de La Unión Soviética, todavía enmascarado, los hacia ver «visiones», que surgían de la radio surafricana y «La Voz del Gallo Prieto» (ésta última, eran emisiones radiales de Savimbi). La propaganda enemiga anunciaba, como aeródromos peligrosos para el tráfico aéreo, a casi todos los aeródromos de Angola.

    En una de las tantas oportunidades en que nuestros «amigos» se negaron al cumplimiento de las misiones de abastecimiento de nuestras tropas con combustible y material de guerra y a la evacuación de enfermos y heridos, fueron sustituidos por tripulaciones y aviones de la compañía aérea TRANSAFRIC. Estos aviones, de fabricación norteamericana, del tipo DC-8, eran tripulados por filipinos y norteamericanos y mantuvieron e incluso incrementaron sus vuelos.

    Sucedió, que en su apuro por retirarse lo antes posible del aeródromo de Menongue, uno de éstos aviones soviéticos se negaba a esperar a que llegaran un grupo de enfermos y heridos cubanos que necesitaban ser evacuados debido a su estado de gravedad. El Coronel Juan Oscar Hernández Méndez detuvo la aeronave y obligó a la tripulación a esperar.

    Dado el comportamiento tan poco ético de los «amigos» soviéticos y después de un sin número de casos por el estilo, un día este mismo Coronel llego a decir: «Voy a tener que proponer a las tripulaciones de los DC-8, para la medalla por la defensa de Cuito Cuanavale, o por lo menos para una medalla por el servicio distinguido».

    Indiscutiblemente, las tripulaciones de los mencionados aviones corrían el riesgo de ser derribados, pero según la teoría de las probabilidades, que esto sucediera se encontraba en el rango de diez mil a uno, y ellos no realizaban tantos vuelos como para alcanzar esta cifra.

    De hecho no se dio el caso de un solo avión de transporte derribado en el Teatro de Operaciones Militares del Flanco Sur Oriental del Frente Sur (TOM del FSOrFS). No debemos pasar por alto, que las tripulaciones de la TRANSAFRIC ganaban mucho dinero con estas operaciones. Los rusos recibían mucho menos y no estaban dispuestos a arriesgar el pellejo por una causa, para ellos, inútil.

    La desaparición del avión del “Gordo” fue muy impactante para todos. Desapareció de la pantalla del radar durante un vuelo de reconocimiento nocturno en Menongue. Detectar los campamentos de la UNITA era tarea fácil de noche, pues dadas las bajas temperaturas, ellos encendían hogueras.

    Esa noche se encontraban funcionando solamente los radares de aproximación y posición, no así el radar de altura (se encontraba fuera de servicio). Por eso nunca sabremos, con certeza, a que altura se encontraba el Gordo cuando entro en el rumbo de combate. Efectuó una picada de ultima hora. Ya había decidido dirigirse a otra área, después de reportar que tenía objetivos a la vista. Inmediatamente informó ver una luz y acto seguido decidió atacar. No se supo nada más.
    El navegante de orientación lo perdió de vista en el radar. De inicio pensó que podía tratarse de la disminución de la altura durante el proceso de la picada. Luego de llamarlo incesantemente, informó la desaparición.

    Las tripulaciones de helicópteros estaban dispuestas a salir hacia la posición que se había ubicado en la pantalla del radar, pero el Coronel Alonso, que fungía como Jefe de la Sección de Aviación de la DAAFAR, decidió que solamente despegara Marcilla y tomara altura sobre el campo, con la radio estación de rescate conectada y la finalidad de determinar si se encontraba funcionando la señal de auxilio, del avión desaparecido. Cualquiera, menos inteligente, se hubiera dado cuenta que a esa distancia (100 Km.) era prácticamente imposible recibir esta señal, aunque en teoría aparezca (en blanco y negro) que a tal altura se capta a tantos Km.

    Insistimos en despegar al día siguiente, con la salida del sol, pero no fue hasta las diez de la mañana que nos autorizaron el despegue y casi a regañadientes. Con la cantidad de tropas cubanas y angolanas que se encontraban acantonadas en la región, el mando militar no fue capaz de organizar una búsqueda, ni tan siquiera un simulacro. El argumento de que sería una operación muy riesgosa contrastaba con la decisión de los pilotos de helicópteros que con gusto nos hubieramos arriesgado. También contrastaba con el riesgo que corrían otros compañeros que no salían de una para entrar en otra fiesta en Rosalinda, lugar de descanso de la MMCA en Luanda.

    La actividad principal, asignada a los helicópteros, eran las tareas de BSR, siendo la misma ineficiente. Nunca nos explicamos aquella conducta y aun hoy no le encontramos otra explicación, que no sea la incapacidad del referido Coronel, al cuál los pilotos, cariñosamente le habían colgado el mote de Kucharenko (que en el argot quería decir que ni pinchaba ni cortaba, en alusión a una cuchara). Otros preferían llamarle “Bacilonga” debido a ser asiduo a las “fiestas” en Rosalinda (club de oficiales en Luanda).

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