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Cambios sí, olvido no

Durante algunos meses hemos dejado de publicar en el blog por, entre otras cosas, estar involucrados en determinados trabajos relacionados con la historia de la intervención cubana en Angola. La historia de esa guerra sucia aún no se conoce real y totalmente, y es necesaria alguna aclaración sobre los últimos comentarios recibidos.

Agradecemos al Coronel Manuel Rojas su comentario y compartimos su afirmación de que “se dialoga o convence con argumentos y no con ofensas y mentiras”. Pero lamentamos que finalmente sólo repita los manidos argumentos oficiales del Gobierno. Creemos que la falsedad histórica de que la descomunal y sostenida intervención cubana fue posterior y sólo como respuesta a la limitada intervención sudafricana, no se sostiene ante el más elemental análisis de los hechos. Datos, cifras, informaciones y testimonios de todo tipo y de todos los bandos corroboran la amplia intervención cubana desde mucho antes que llegaran los sudafricanos. Y no sólo en Angola con la complicidad innegable de los comunistas portugueses, sino también en tantos otros lugares de Africa y América a donde Fidel Castro trató de exportar su particular revolución. Después de la presentación y de sus tres primeros párrafos esperábamos un poco más de consecuencia y apego a lo que en ellos se enunciaba. Pero en fin, algo vamos ganando desde aquellos años 80 en que mientras las caravanas militares cubanas eran emboscadas por la UNITA en el sur de Angola, en las calles de Cuba no se hablaba de diálogo, sino que se sucedían los actos de repudio, las vejaciones y las agresiones físicas y de todo tipo contra los cubanos que expresaban no sólo ideas diferentes, sino sólo la intención de abandonar el país en la estampida de El Mariel. Precisamente un día como hoy, hace veinte años, una treintena de personas, entre ellos diez menores de edad, murieron ahogados en el fondo del mar: intentaban escapar de la isla: no trataron de convencerlos: los atacaron con chorros de agua y maniobras de otras embarcaciones más rápidas y sólidas. Algunos de los que tripulaban esas embarcaciones habían estado en Angola.

Me alegra, Coronel, que al menos se vaya entendiendo que se puede vencer por la fuerza bruta, pero no se puede convencer a nadie de que su ideal es justo cuando lo impone en contra de la razón y la voluntad de otros hombres.

Agradecemos también su comentario al señor Elliott Quijada. La intervención de Fidel Castro en Chile durante los años de Salvador Allende está ampliamente documentada en la historia, por más que se divulgue poco o se trate de “olvidar” en su país. Muchos de los oficiales que posteriormente estuvieron en Africa, pasaron por Chile o Venezuela o República Dominicana, o el Congo, o cualquier otro país a donde los llevaron las pretensiones napoleónicas del dictador cubano. El diario “El Mercurio” de Santiago publicó hace ya varios años una interesante serie sobre el tema. El libro del historiador cubano Juan Benemelis “Las guerras secretas de Fidel Castro”, que usted puede descargar en la sección “Libros” de este mismo blog, le puede ofrecer un poco de información al respecto.

Secuestrados por la UNITA

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66 ciudadanos chechos, mujeres y niños entre ellos, fueron secuestrados por la UNITA  en marzo de 1983, cuando trabajaban en una planta de celulosa en el Alto Catumbela. Sufrieron las difíciles condiciones de estar privados de libertad, de la vida en la selva y de las largas y constantes caminatas impuestas por sus captores para evitar su localización. Los últimos regresaron a su país en junio de 1984 a través de la Cruz Roja y de gestiones diplomáticas. Indudablemente su secuestro fue un acto criminal pero no fueron torturados ni asesinados. Según algunas fuentes, con ellos fueron también capturados algunos cubanos -entre uno y tres-, pero no hemos podido obtener más información. Lo traemos a colación a propósito del debate sobre la tortura, crímenes de guerra y hasta canibalismo, achacados a las distintas partes en el conflicto según el punto de vista de cada cual.  Más de esta historia en Radio Praga

Memorias, III

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En diciembre de 1978, cuando parecía que se acababan las redadas y masacres desatadas por la presunta conspiración de Nito Alves, comenzaron los fusilamientos públicos en plazas, estadios y otros lugares. Los cinco primeros opositores fueron ejecutados en la Plaza de la Revolución de Lobito. En una larga y sangrienta sucesión hubo momentos en que fueron fusilados hasta 15 acusados, como sucedió el 25 de agosto de 1980 en el Campo de la Revolución en Luanda. Los últimos fusilamientos de este proceso tuvieron lugar en 1986, cuando la implicación de los cubanos en Angola era mucho mayor que en 1975. Ningún oficial cubano levantó su voz y los soldados miramos para otro lado.

Memorias, II

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Tras el presunto intento de golpe de estado de Nito Alves, en mayo de 1977, más de 40,000 personas fueron torturadas y asesinadas por las autoridades del MPLA a lo largo del país. El supuesto golpe fue frustrado por la intervención directa de las unidades militares cubanas. Los oficiales cubanos llegaron a proferir obscenidades, insultos y llamadas a las armas a través de la radio. El presidente y poeta Agostinho Neto no dudó en invocar la ejecución sumarísima, sin juicio, de los implicados y simpatizantes de sus adversarios ideológicos. Durante semanas los militares cubanos capturaban a los perseguidos y los entregaban al MPLA, a sabiendas de la suerte que correrían.

Memorias, I

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El 4 de junio de 1975 unos 300 niños y jóvenes, en su mayoría sin amparo filial, que se alojaban en la sede del Comité de Paz de la UNITA en Luanda, fueron asesinados por milicias armadas del MPLA. El 12 de julio unos 700 simpatizantes de la UN ITA fueron asesinados en Dondo, Kwanza Norte. Las fuerzas portuguesas encargadas de la seguridad no intervinieron. Para esa fecha se encontraban en Angola más de 600 militares cubanos que entrenaban a esos militares del MPLA, realizaban operaciones conjuntas con ellos para asegurar la supremacía del MPLA sobre los demás movimientos guerrilleros y preparaban la llegada del grueso de las tropas cubanas en cumplimiento de las promesas de ayuda de Fidel Castro a Agostinho Neto.