Archivo de la etiqueta: veteranos

Testimonio del «enemigo»

Un veterano sudafricano de Angola nos ha dejado par de comentarios en el blog sobre su participación y experiencia en esa guerra. Reproducimos aquí una versión hecha a toda prisa y sin mucho rigor del original en inglés. Valoramos su experiencia, su testimonio y sus sentimientos. El comentario original pueden encontrarlo acá. Ojalá algunos de sus antiguos enemigos -nosotros- se anime a intercambiar con el amigo Mark, tenga la posibilidad de participar en ese foro de Facebook y entre todos nos ayudemos a arrojar la luz de la verdad sobre la oscuridad de una guerra sucia. Gracias, Mark, y bienvenido al blog.

5455614

Yo también estuve en Angola formando parte de la SADF. Llegué a Cela el 23 de noviembre de 1975, el día de la batalla de Ebo. Pronto entramos en contacto con los cubanos, en el Puente 14. El 1ro. de diciembre tres soldados y yo subimos a los cerros por el flanco izquierdo acompañando a otros dos hombres al OP (Puesto de Mando?) frente al Puente 14. Esa misma noche nuestra unidad se trasladó al área del río Nhia. Era una compañía de infantería y teníamos cañones de 5,5 detrás del área NEK (¿). En total éramos unos 300 hombres, incluídos los artilleros, los zapadores, la tripulación de los Eland, médicos, etc. El grueso de los combates comenzó el 9 de diciembre y nuestras armas dispararon contra los cubanos al otro lado del río, luego que ellos dispararon primero ese mismo día. Nuestra infantería estaba a unos 200 metros del puente, en el lado izquierdo de la carretera. La batalla continuó hasta el día 12 de diciembre, cuando nuestros hombres y los Eland cruzaron por primera vez el puente que los zapadores acababan de reparar. Hubo un poco de caos en los cubanos que estaban en los refugios cuando nuestros hombres cruzaron el puente. La parte cubana peleó mucho ese día y nosotros sentíamos mucho respeto por ellos. Perdimos dos soldados de infantería y dos zapadores durante los combates desde el día 1ro. hasta el 12 de diciembre de 1975. Capturamos una gran cantidad de armas cubanas del otro lado del río: órganos de Stalin (BM), morteros, vehículos, etc. Los cubanos dejaron detrás una gran cantidad de armas y vehículos en la apresurada retirada. Algunos de los vehículos sólo tenían disparos en los neumáticos pero sus armas estaban en buen estado. Cerca de las 4:00 horas de ese día (12 de diciembre) nos dijeron que era tiempo de terminar la batalla, que no estaba previsto que cruzáramos el puente y que habían llegado órdenes de salir de Angola. Así que sólo trasladamos un 5,5 al frente para protegernos de otro ataque. Nuestro hombres de los Eland querían seguir luchando pero los llamaron a retirarse.

No teníamos nada contra los cubanos, fuimos a la guerra porque nuestro país lo pedía. Eramos la mayoría jóvenes de 18 años, la mayoría de la infantería tenía 18 y 19 años de edad. Es muy extraño que los cubanos digan que nos empujaron después hasta retirarnos porque eso nunca ocurrió. En todo el frente de Angola fueron los cubanos los que explotaron los puentes para detener nuestro avance. Sólo cuando nos retiramos de Angola nuestros zapadores volaron algunos puentes. La única vez que recuerdo que nos capturaron hombres con Eland fue en la difícil batalla de Ebo. Nosotros tenemos en Facebook un grupo de hombres que lucharon en esa guerra y un número de ellos que estuvieron también en Ebo.

El día 11 de diciembre una sección nuestra estaba atrapada en el otro lado del río Nhia cerca de la zona de Kraal, donde los cubanos se habían atrincherado, tuvieron un muerto y un herido en un contacto con los cubanos, mientras desminaban. Yo y algunos otros fuimos a hurtadillas hasta el río ese día el día 11, para rescatar a esos hombres. Nuestra artillería mantuvo el fuego sobre la zona de Kraal para mantener a los cubanos en sus trincheras mientras algunos de nosotros cruzábamos el río a nado y con una cuerda nos arreglamos para rescatar a esos hombres, mientras el bombardeo continuaba y los cubanos disparaban con BM-21 y morteros, pero logramos regresar con seguridad.

Tengo un montón de historias que contar de esa guerra, y daría la bienvenida a cualquier cubano que haya participado allí para responder, podemos charlar, no estamos en guerra. También me gustaría que alguien que participó en esa guerra pueda unirse a nuestro grupo, para discutir sobre ella. Tenemos un montón de fotos de la guerra y una gran cantidad de documentos.

Nuestros cuatro “Tiffies” (reclutas?) que fueron capturados el 13 de diciembre de 1975, habían ido al frente para rescatar a un vehículo averiado, pero cometieron el error de simplemente conducir hacia los cubanos. Fueron puestos en libertad después de 3 años.
Pongo una mano de amistad a cualquier persona que estuvo allí en esos tiempos.
Respeto a todos los que lucharon en esa guerra. Los malos sentimientos que tenemos hoy en día, son por lo que pasó? Tantas vidas perdidas para qué. Todos somos humanos, y debemos encontrar formas de vivir unos con otros…

Salí de Angola a fines de enero de 1976.

Los años de la guerra: el testimonio de Rafael del Pino

libro-del-pinoPronto se cumplirán 40 años del inicio de la intervención cubana en Angola. Nótese que hablamos específicamente de Angola y no de Africa, porque Fidel Castro comenzó a intervenir en el continente a pocos meses de su ascenso al poder. Durante este tiempo varias obras se han publicado sobre el tema dentro de Cuba -es decir, por el Gobierno- desde las más ligeras (Angola: fin del mito de los mercenarios, Un abril como Girón) hasta las más anodinas (Prisioneros de la UNITA) y pretenciosas (Cangamba). Mientras que en Sudáfrica abundan los testimonios, estudios y tesis sobre la guerra, los profesionales cubanos de la historia, el periodismo, etc, han debido conformarse con lo que para ellos constituye la referencia obligada cuando de la aventura angolana se trata: Misiones en conflicto, de Gleijesses. Ni hablar de los lectores comunes y corrientes que no tienen acceso a publicaciones de ese tipo. De ahí la importancia del más reciente libro de Rafael del Pino.

Dos grandes méritos tiene el libro del ex-general: el valor del testimonio de primera mano de un alto oficial y la honradez que se aprecia en lo escrito. También encontramos defectos y carencias en sus páginas: hay aspectos que el escritor no toca y en algunos enfoques se ha quedado corto. Es evidente que Del Pino ha tratado de ser consecuente y ha preferido concentrarse en lo que para él es esencial, evitando temas que resultan siempre controversiales. En definitiva es el testimonio de un militar profesional con una difícil y larga trayectoria que puede haberse equivocado o no, puede admitirlo o no, pero que no cae en mezquindades.

Los años de la guerra es un intento profundo y serio de recoger para las generaciones que nos sucederán, la verdadera historia de las guerras africanas del Napoleón del Caribe de 1975 hasta la retirada de Angola. Su autor nos pone en la mano documentos, informes oficiales y diversos materiales, incluyendo fotografías, que ha ido obteniendo no sólo durante su participación en los acontecimientos, sino también en sus investigaciones posteriores que lo llevaron incluso a visitar Sudáfrica y entrevistar a sus antiguos enemigos.

Estamos ante una obra de referencia y un libro de obligada lectura cuando de la intervención cubana en Angola se trata.

 

Prisioneros a color, update

Portada del libro

Portada del libro

En junio de este año el Cor. Manuel Rojas García presentó en Angola la edición en portugués de su libro “Prisioneros de la UNITA, en las Tierras del Fin del Mundo” -236 páginas, Mayamba Editora-. En su estancia en Angola para esa presentación se encontró con antiguos conocidos, algunos de ellos actuales oficiales del ejército. Alguna acotaciones interesantes:

Rojas continúa siendo un oficial de las FAR que dice cosas como esta: “El reconocimiento del Comandante y del pueblo fue la mejor de las gratificaciones para nosotros” (entrevista en Cubadebate, diciembre 2011) y, sin embargo, escribe esto: “a natureza de uma luta que tinha duas versões da razão e da verdade” (en el libro).

Va a Luanda, conversa y se retrata con sus antiguos captores y compañeros del MPLA y la UNITA por igual, y regresa a la isla desde donde promociona y vende su libro.

Con el General (UNITA) Benguela, que conversaba frecuentemente con los prisioneros

Con el General (UNITA) Benguela, que conversaba frecuentemente con los prisioneros

En declaraciones posteriores a su liberación -estuvo diez meses prisionero de la UNITA, junto a Ramón Quesada Aguilar- dice haberle echado en cara a Savimbi que la UNITA torturaba a los prisioneros cubanos. Y hasta le cita que conocía un caso en que le habían cortado el pene a uno. Pero en el libro no precisa detalles de esos casos -para aquellos que siempre andan exigiendo pruebas de cuanta cosa se dice o se escribe en este blog- y por el contrario, reconoce que fue tratado decentemente.

Rojas y su familia son recibidos en el despacho de Raúl Castro, poco después de su liberación

Rojas y su familia son recibidos en el despacho de Raúl Castro, poco después de su liberación

Puntos todos a tener en cuenta a la hora de debatir sobre la leyenda negra de la UNITA, la “lucha contra los bandidos de la UNITA y liberación del pueblo angolano” como justificación de nuestra intromisión… y hasta de los cambios cosméticos de la dictadura (algo con lo que hay que tener cuidado, pues a veces hasta a las damas se les va la mano en la aplicación de los productos cosméticos…).

A propósito de una entrevista de Fariñas y comentarios recibidos en este blog (II, final)

a-1Para intentar aproximaciones a esa historia tergiversada y truncada, es que hacemos este blog. Cada cual tiene su particular visión de la guerra, pero generalmente es una visión anecdótica, fragmentada, su apreciación personal a partir de un determinado espacio físico, de un período dado, de una circunstancia personal. La falta de comunicación, de transparencia -glásnot decían los rusos- y la manipulación intencionada del régimen, distorsionan aún más esa visión. Sólo la recopilación, el estudio, el intercambio de experiencias, la decantación, hará posible una escritura más aproximada a la realidad de la guerra. Un país en guerra durante más de una década es un escenario demasiado complejo y fragmentado para que pretendamos construir una imagen exacta desde el entorno, las circunstancias y el punto de vista de un espectador. Generalizar no es bueno. Y es sabido que en Angola cada unidad, cada jefe, se adaptaba a sus particulares criterios, necesidades, conocimientos, etc, para llevar a cabo las tareas que les eran exigidas, e incluso aquellas que adicionalmente consideraban necesarias.

Yo vi a oficiales disparando desde sus blindados contra sus propios soldados. Yo vi camiones cargados de hombres pasando por terrenos sospechosos de estar minados para abrirle paso seguro a oficiales de alto rango. Pero no en todas partes fue así. Y seguro estoy que habrá lectores que lo considerarán una exageración, cuando no una mentira. Y por supuesto, no tengo pruebas de ello. ¿Una foto, una entrevista a los afectados o simplemente anotar sus nombres y direcciones para intentar localizarlos 30 años después? Nadie pensaba en eso entonces, ni nadie se atrevía a hacerlo. Y si alguien lo intentaba, seguro estoy que lo “persuadían” de olvidar el asunto.

Se le reprocha implícitamente a Fariñas, por ejemplo, que diga que los cubanos torturaron en Angola o cometieron crímenes de guerra. Y se le exigen pruebas, claro. Y otros escriben diciendo que en Angola los soldados cubanos éramos angelitos porque en su unidad militar específica se rezaba el Padrenuestro todos los días. Afirmar que las tropas cubanas iban al combate embriagadas por el alcohol quizás sea una exageración, pero decir que no bebían alcohol porque eran buenos chicos abstemios es también otra. En mi unidad -volvemos a la anécdota- nos tomábamos hasta el vinoseco de la cocina y el agua de colonia que encontrábamos, por no hablar de la bulunga y cuanto brebaje embriagante nos ofreciera cualquiera, negro, blanco, cubano o chino. Y en cuanto al recurso de utilizar el alcohol para estimular el “patriotismo” y el “valor” de la masa, el régimen tiene experiencia. La mayoría de las “actividades culturales” o celebraciones deportivas y políticas en Cuba incluyen, desde los albores del castrismo, de la infaltable bebida alcohólica -recordar las “pipas” de cerveza, el ron al menudeo y otros etcéteras-. A los reclutas en Cuba muchas veces se nos daba ron para que pudiéramos soportar, por ejemplo, las largas jornadas de corte de caña en los años setenta o los extenuantes entrenamientos de la llamada “preparación combativa”. Pero nuestra idiosincracia tiende a la exageración: luego, con el cambio de nuestras personales circunstancias, cambiamos nuestra apreciación: para unos nos alcoholizaban para construir el socialismo, para otros eso era un pequeño detalle que no hay que tomar en serio.

Quizás nunca sepamos toda la verdad sobre la guerra de Angola. Habrá que esperar la caída del régimen para comprobar si existen evidencias en los archivos y en las bocas calladas que entonces se abrirán… si el régimen no las borra antes o las ha borrado ya.

A propósito de una entrevista de Fariñas y comentarios recibidos en este blog (I)

gcvdwalt-3Cuando se trata de testimonios de los horrores cometidos por el régimen de los Castro –y en este caso particular, de los relacionados con la guerra de Angola-, se exige una y otra vez que se aporten pruebas.

En Vietnam, años antes de Angola, las tropas norteamericanas se hacían acompañar por fotógrafos y periodistas. Hoy existen incontables testimonios gráficos y documentales de los horrores de la guerra. En Angola a los soldados les estaba prohibido hasta hacer anotaciones en un diario –lo digo por experiencia personal-. Los pocos fotógrafos que aparecían de vez en cuando en el terreno de operaciones eran, por supuesto, personas de absoluta confianza del régimen, que fotografiaban sólo aquello que era favorable al régimen. Actualmente cualquiera puede percatarse de que por cada fotografía de la parte cubana, encontramos centenares de fotografías tomadas por los sudafricanos, rusos, corresponsales occidentales y los propios angolanos. Por cada libro escrito en Cuba sobre la aventura africana, hay centenares de libros escritos en Sudáfrica, Portugal y otros países. No hay fotos de cadáveres cubanos, no hay siquiera una foto de indentificación o recuerdo de cada soldado cubano muerto.

Durante más de treinta años el desgobierno de los Castro ha usado a su ejército de historiadores, investigadores y escritores incondicionales –entre los cuales se incluye una buena cantidad de ex-oficiales- para re-escribir a su manera la historia, desde la de Cuba hasta la de Angola. No existen testimonios gráficos del hundimiento del remolcador “13 de Marzo” en 1994, o de la embarcación “XX Aniversario” en 1980, a pesar de que en ellos perecieron decenas de personas inocentes. No existen pruebas materiales (cartuchos, fragmentos de estructuras, etc), no existe siquiera una relación exacta y confirmada de las víctimas con datos que permitan su identificación legal. Se desconoce el paradero de muchos vivos y muertos de ambas masacres.

¿Se puede entonces exigir pruebas de éste o aquél suceso denunciado por los que participaron en la guerra? En este blog, sin embargo, algunos nos han exigido que mostremos pruebas de algunas cosas que hemos publicado. Parecen ignorar, o quieren ignorar que tenemos libertad para exponer nuestra experiencia, nuestro testimonio, nuestro punto de vista aunque no podamos aportar pruebas que el régimen se ha encargado de ocultar, tergiversar y borrar durante decenas de años a través del miedo y del actuar indecoroso de sus testaferros.

Durante años funcionaron en Rusia los gulags estalinistas sin que el mundo exterior se enterara de su existencia. Durante años los nazis cremaron a miles de judíos en sus campos de exterminio sin que una gran parte del mundo quisiera darse por enterado. La iglesia católica tuvo las primeras informaciones y no se atrevió a hacerlas públicas. Algunos ex-ministros y funcionarios del III Reich se asombraron, lloraron, se arrepintieron o sólo se dieron por enterados de la existencia de los crematorios luego de la caída del Fürher y del jucio de Nuremberg.