Cuando se trata de testimonios de los horrores cometidos por el régimen de los Castro –y en este caso particular, de los relacionados con la guerra de Angola-, se exige una y otra vez que se aporten pruebas.
En Vietnam, años antes de Angola, las tropas norteamericanas se hacían acompañar por fotógrafos y periodistas. Hoy existen incontables testimonios gráficos y documentales de los horrores de la guerra. En Angola a los soldados les estaba prohibido hasta hacer anotaciones en un diario –lo digo por experiencia personal-. Los pocos fotógrafos que aparecían de vez en cuando en el terreno de operaciones eran, por supuesto, personas de absoluta confianza del régimen, que fotografiaban sólo aquello que era favorable al régimen. Actualmente cualquiera puede percatarse de que por cada fotografía de la parte cubana, encontramos centenares de fotografías tomadas por los sudafricanos, rusos, corresponsales occidentales y los propios angolanos. Por cada libro escrito en Cuba sobre la aventura africana, hay centenares de libros escritos en Sudáfrica, Portugal y otros países. No hay fotos de cadáveres cubanos, no hay siquiera una foto de indentificación o recuerdo de cada soldado cubano muerto.
Durante más de treinta años el desgobierno de los Castro ha usado a su ejército de historiadores, investigadores y escritores incondicionales –entre los cuales se incluye una buena cantidad de ex-oficiales- para re-escribir a su manera la historia, desde la de Cuba hasta la de Angola. No existen testimonios gráficos del hundimiento del remolcador “13 de Marzo” en 1994, o de la embarcación “XX Aniversario” en 1980, a pesar de que en ellos perecieron decenas de personas inocentes. No existen pruebas materiales (cartuchos, fragmentos de estructuras, etc), no existe siquiera una relación exacta y confirmada de las víctimas con datos que permitan su identificación legal. Se desconoce el paradero de muchos vivos y muertos de ambas masacres.
¿Se puede entonces exigir pruebas de éste o aquél suceso denunciado por los que participaron en la guerra? En este blog, sin embargo, algunos nos han exigido que mostremos pruebas de algunas cosas que hemos publicado. Parecen ignorar, o quieren ignorar que tenemos libertad para exponer nuestra experiencia, nuestro testimonio, nuestro punto de vista aunque no podamos aportar pruebas que el régimen se ha encargado de ocultar, tergiversar y borrar durante decenas de años a través del miedo y del actuar indecoroso de sus testaferros.
Durante años funcionaron en Rusia los gulags estalinistas sin que el mundo exterior se enterara de su existencia. Durante años los nazis cremaron a miles de judíos en sus campos de exterminio sin que una gran parte del mundo quisiera darse por enterado. La iglesia católica tuvo las primeras informaciones y no se atrevió a hacerlas públicas. Algunos ex-ministros y funcionarios del III Reich se asombraron, lloraron, se arrepintieron o sólo se dieron por enterados de la existencia de los crematorios luego de la caída del Fürher y del jucio de Nuremberg.