Según Norberto Fuentes en su libro “Dulces guerreros cubanos”, el 28 de mayo de 1989, Raúl Castro interroga al General Arnaldo Ochoa –ya bajo arresto- en presencia de los también generales Abelardo Colomé y Ulises Rosales, sobre cuatro temas esenciales: el acercamiento de Ochoa a los oficiales rusos –ya vistos como personas no confiables, dada la nueva política de Gorbachov-, el incumplimiento de las órdenes de Fidel Castro en la última parte de la guerra de Angola, su apoyo a una operación guerrillera en la Argentina sin aprobación superior y su actividad en relación con las drogas. De ser cierta la información del escritor y antiguo allegado a los círculos de poder en La Habana, el tráfico de drogas no era ni la única ni la más importante de las acusaciones que pesaban sobre el aún Héroe de la República de Cuba.
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