Publicamos acá estas notas sobre la invasión norteamericana de Granada por dos razones: 1ro. Porque un joven lector del blog pide que escribamos sobre este hecho poco conocido. 2do. Porque la derrota de Fidel Castro en Granada fue una de sus motivaciones patológicas para buscar con desesperación una cuestionable victoria en Cuito Cuanavale años más tarde. De ahí la relación entre los sucesos de Granada y la intervención cubana en Angola.
Ese mismo día, al mediodía, mientras aún se combatía en Saint George, en la televisión cubana un locutor leía un comunicado oficial en el que se informaba al pueblo de Cuba que los últimos seis defensores, abrazados a la bandera, se habían inmolado por la patria. Pero con el transcurso de los días la verdad fue abriéndose paso y el gobierno tuvo que admitir la existencia de más de 600 prisioneros cubanos que no se inmolaron en una resistencia absurda en una causa perdida. Semanas después, en un discurso repleto de contradicciones, el propio Castro admitiría que las informaciones resultaron exageradas. Según él los cubanos eran constructores, pero defienden con fiereza el último reducto –quizás de ahí la poética imagen de inmolación al pie de la bandera, no se sabe si la cubana o la de Granada- antes las tropas élites norteamericanas. Esos mismos constructores a la espera de la invasión yanqui, según Castro, dormían plácidamente y sólo recibieron las armas cuando llegaron los norteamericanos.